El centro, ubicado sobre una colina del enclave romano de Veranes, Gijón, Asturias, a unos 10 kilómetros del mar en línea recta, ocupa una superficie de 143.000 metros cuadrados cedidos por el ayuntamiento de Gijón al entonces ministerio de Transportes, hoy ministerio de Fomento, gracias a la firme determinación personal de Rafael Lobeto.
El centro Jovellanos quedó adscrito a la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima (Sasemar), creada precisamente por la LPEMM. En estos veinte años, el centro ha dado formación a más de 80.000 alumnos, una buena parte de ellos venidos de otros países. No todos marinos profesionales. Las magníficas instalaciones para cursos contraincendios y de salvamento en la mar han propiciado la utilización del centro por bomberos de diferentes especialidades y personal de seguridad y orden público.
El centro Jovellanos dispone en estos momentos de unas excelentes instalaciones para la formación en contraincendios: campo de fuego con incendios en interior y exterior; área de lucha contra incendios petroquímicos; campo especial de incendios por gases; y un campo específico de lucha contraincendios en aeronaves.
Aunque la estrella del centro Jovellanos es, quizás, la enorme piscina de 80 metros de largo por 40 de ancho y hasta 12 de profundidad, equipada con botes y diferentes tipos de balsas y lanchas utilizada para todo tipo de cursos de salvamento y supervivencia en la mar. La piscina está equipada con un motor generador de olas, con 12 clases de olas diferentes.
La capacidad del personal del centro, 50 empleados, y su alta cualificación académica ha propiciado también la participación de Sasemar y del centro Jovellanos en numerosos proyectos de investigación españoles y europeos. Para tales cometidos, y para la formación especializada de profesionales en activo, el centro Jovellanos dispone de un equipamiento en simuladores de última generación. Simuladores de navegación y maniobra. Simuladores de comunicación. Y simuladores para la formación en control de tráfico marítimo.
Dice la canción que veinte años no es nada. En el caso del centro Jovellanos, sus veinte años constituyen un orgullo para la formación marítima en España.