Siempre resulta lamentable la pérdida de términos lingüísticos específicos y precisos y su sustitución por otros más generales e imprecisos. Eso está pasando con la palabra cabotaje, un término muy usado hasta hace pocos, no tan sólo en nuestro país, si no en dos países de nuestro entorno, Francia e Italia.
Cabotaje, es una de las formas de navegar , a vista de costa, y además un término aduanero. En España, según el antiguo reglamento de la Renta de Aduanas, correspondía al tráfico marítimo entre la península y las plazas de soberanía del norte de África, Ceuta y Melilla, así como las Islas Canarias y las posesiones dela GuineaEcuatorial, con los puertos de Bata y Santa Isabel. Todo era comercio de cabotaje, para la Aduana.
Para las normas aduaneras, gran cabotaje designaba a su vez el comercio efectuado por naves de una nación cuando el destino de las mercancías por ellos transportadas iba a un puerto distante del país de origen, pero perteneciente a éste, por ejemplo el transporte entre Holanda y la Guayana holandesa.
El cabotaje español, así definido, no difería para nada del cabotaggio en Italia, ni del cabotage maritime de Francia, al margen de las peculiaridades administrativas propias de cada país, que por supuesto dejaban incólume el significado técnico.
La entrada en la Unión Europea (antes Comunidad Económica Europea), nos ha traído una jerga nueva, nuevas expresiones y conceptos salidos del Derecho comunitario, que han transformado una exportación en una “expedición”, una importación en una “introducción” y han metido a exportadores, importadores, transitarios, agentes de aduanas y etc. en un gran cajón lingüístico: los “operadores económicos” (no confundir, aunque sea frecuente, con los “operadores logísticos”). Pero sin duda, el mayor atentado, para quienes somos sensibles a determinadas expresiones, es la paulatina desaparición de la hermosa palabra CABOTAJE, sustituida por una parte por la insípida expresión short sea shipping y por la parte aduanera reducida exclusivamente al transporte interno entre dos puntos dentro de un estado, por ejemplo Barcelona – Valencia. Una pena.