Como cada año desde que allá por 1951 Ernesto Anastasio y Alejandro Zubizarreta, grupo Aznar, consiguieran crear la Oficina Central Marítima, los armadores españoles se reunieron ayer en asamblea general para hacer balance del año y hacer públicas las enmiendas, reformas y cambios que el sector naviero considera necesarios en el orden político y legislativo. El formato del acto apenas ha cambiado en setenta años: una reunión exclusiva de los miembros de la patronal naviera, seguida de una comida a la que se invita a los altos cargos con competencias en el sector y a abogados, periodistas y empresarios con actividades relacionadas estrechamente con las actividades marítimas. En esa comida se pronuncian los discursos del presidente de Anave y del alto cargo que represente al Gobierno. El acto se organiza en un hotel céntrico de Madrid, el Ritz, por ejemplo, o el Wellington en los últimos años.
Por lo general, los discursos suelen ser comedidos, aunque algunas veces el carácter de la persona añade elementos curiosos. Se han dado casos de presidentes de Anave, siempre navieros bien conocidos y con una sólida posición en el negocio, que han ido más lejos y con claridad y contundencia han pedido al Gobierno cambios profundos en su política; y ministros o secretarios de Estado (que el lector o lectora añada eso de ministras y secretarias de Estado, si le parece bien), que afeaban las peticiones de los armadores y a su vez les rogaban un mayor esfuerzo para mejorar las condiciones de la flota mercante española o la balanza de fletes. Pero, ya digo, lo habitual son los discursos florentinos, amables, alegres.
Vicente Boluda Fos, actual presidente de la patronal naviera tras el mandato de Alejandro Aznar, es un hombre vitalista, apasionado del Real Madrid (feliz, por tanto, este año de buena cosecha de títulos), y amigo de la claridad y no sólo de la diplomacia.

Los navieros, como cualquier sector empresarial, siempre tienen a mano un abanico de reivindicaciones pendientes. En función de la marcha del negocio exhiben unas u otras. Aunque parezca paradójico, cuando el negocio va bien presentan peticiones más ambiciosas que cuando las empresas renquean.
Este año post pandemia las expectativas son buenas para la mayoría de armadores. La pandemia golpeó con fuerza a algunos segmentos de la flota, particularmente a las líneas regulares de pasajeros, pero dejó indemnes a otros tráficos con presencia española. Mostraban los navieros alegría y confianza, de modo que Vicente Boluda no se limitó a pedir cambios que flexibilicen el Registro Especial Canario (el REC, antes conocido como REBECA), un comodín de sus demandas, sino que directamente ha solicitado reformas profundas en la política del Gobierno y ha concretado dos: una política marítima global y coherente, no sólo parches normativos al vaivén de las penurias electorales de los partidos; y la creación de un ministerio de asuntos marítimos (o de marina mercante), o al menos de una Secretaria de Estado. Ninguna de estas demandas es nueva, pero la impresión general es que este año el presidente de Anave las ha expuesto con más fuerza.
Como era de esperar, la respuesta de la secretaria general de Transportes, María José Ralla no se ha movido de la altura habitual del Gobierno: el marítimo es un modo estupendo de transporte, los navieros son importantes y este Gobierno vela por la felicidad del país, la participación, lo verde y todo eso. Ni una palabra, faltaría más, sobre cambios, reformas o un ministerio de la mar, sin duda mucho más necesario y provechoso que esos ministerios inventados para satisfacer las ambiciones personales de determinados personajes.

Para acabar el acto, el grupo Carus concedió su premio anual a la excelencia a Christophe Mathieu, director general de Brittany Ferries y presidente de la asociación Interferry.
NOTA. En la imagen de portada, María José Ralla y Vicente Boluda Fos. Tras ellos, el director general de Marina Mercante, Benito Núñez, en el centro; a su izquierda el director general de Sasemar, José Luiz Garcia Lena; y a su derecha el presidente del Consejo de la OMI, Víctor Jiménez. Foto Anave.