A última hora del pasado jueves día 7 de mayo, el periódico digital “Canarias ahora”, del grupo “El diario.es” publicaba una entrevista con el director del Grupo Boluda en Canarias, Javier Climent, en la que criticaba con acritud la nota oficial emitida por la Asociación de Navieros Españoles (ANAVE) el miércoles día 6. “Es una vergüenza”, afirmaba el señor Climent. Como recordará el lector, la nota de ANAVE, salida de la Comisión de Líneas Regulares, solicitaba al Gobierno las ayudas necesarias para soportar la crisis derivada de las restricciones de movilidad causadas por la pandemia del Covid-19; clamaba por la equiparación a las navieras del trato que el Gobierno dispensa a las líneas aéreas; y recordaba que la paralización de los servicios de las compañías que sirven las líneas regulares dejaría desabastecidas las islas en 48 horas.
El propósito de la nota oficial de ANAVE era presionar al Gobierno para que conceda mayores ayudas, en forma de exención de tasas y rebajas en las tarifas de los servicios portuarios, a las navieras que están soportando la caída drástica del transporte de pasajeros a las islas y entre islas. Un propósito razonable que entra en los comportamientos habituales de cualquier colectivo social. Hilando fino, podría argüirse que la referencia al desabastecimiento de las islas y territorios extrapeninsulares no era necesaria, aunque fuera verdad y no una exageración. En la nota, la posibilidad del desabastecimiento tenía la exclusiva función de servir de soporte a la calificación de los servicios marítimos como “servicios indiscutiblemente estratégicos”. Ni de lejos, una advertencia, y muchos menos una amenaza.
En la política española está muy extendida la práctica de coger el rábano por las hojas y retorcerlas hasta conseguir lo que queremos, sea esto lo que sea. Al discurso más sensato le salen detractores implacables porque ha dicho hombres y no “hombres y mujeres”. O porque ha mentado a Miguel de Unamuno, es decir a la guerra civil, es decir al alzamiento de las fuerzas armadas, o sea… Para qué seguir. Pero en el mundo empresarial esos modos están proscritos. Estaban, queremos decir. Al párrafo sobre la posibilidad del desabastecimiento, menos de una línea en la larga nota oficial de Anave, se cuelga Javier Climent para arremeter contra sus colegas con desparpajo y soberbia impropias del representante de un armador de la importancia de Boluda Corporación Marítima, el entramado empresarial que dirige Vicente Boluda Fos: “No cubren [las navieras a las que Climent atribuye la nota de Anave] ni un 10% del abastecimiento de Canarias. Si una empresa de estas no viene [a Canarias], no pasa nada. No se entera nadie. Si él no lo trae, lo traigo yo”.
Aunque es posible rastrear en la Historia, sin remontarnos muchos años, episodios de cainismo en el seno de Anave, donde todos sus miembros son propietarios de barcos, pero no todos son navieros, nunca hasta ahora que recordemos se había puesto de manifiesto la falta de decoro y comedimiento de que hace gala el señor Climent, quien con sus declaraciones ha hecho un flaco favor al sector marítimo.