Todavía estamos atónitos en el mundo accidental, de ver como se han desarrollado los acontecimientos en estas últimas dos semanas. Primero Europa: Italia, España, Alemania, Reino Unido, etc. Luego Estados Unidos, Canadá… ahora México y Sudamérica van cayendo unos detrás de otros en el campo de acción del Covid-19.
Y eso, ¿qué significa? China parece que se recupera después de dos meses y medio de inacción. Los puertos se activan, las noticias son positivas respecto del movimiento de buques y contenedores con reparos, ya que las restricciones a buques y aviones se mantienen hasta cierto punto.
¿Significa esto que el tráfico marítimo se reanuda? No lo parece. Pese a que los schedules de los armadores se mantienen, las blanksailings están a la orden del día y no está de más que, tanto importadores como exportadores, si aún mantienen su actividad (que son más de los que parecen) estén muy atentos ante las perspectivas que se les van presentando día a día.
Una realidad se pone de manifiesto: la mayoría de los usuarios en el Sur de Europa (Italia y España que, en esto, nos parecemos como dos gotas de agua), tratan de pasarle al Estado todos los costes oficiales (tasas, tributos, impuestos, cuotas sociales…) durante –al menos- dos meses, marzo y abril, la sensación dominante es que a final de abril podremos ver como la economía se descongela y las aguas de la actividad productiva vuelven por sus cauces.
Para que eso ocurra, los cauces se deben de seguir manteniendo abiertos. Las cadenas de suministro, las líneas de flujo de mercancías (ferrocarril, carretera y transporte marítimo) se deben de mantener en activo y eso es tarea de la Unión Europea, Estados Unidos, el G-20 y todos aquellos con poder en la toma de decisiones.
Es un básico. Algo elemental. Sin flujos, aunque sean más reducidos, de las cadenas de suministro no hay capacidad de que las economías se mantengan en los mínimos necesarios para que, cuando se den las condiciones objetivas, (¿finales de abril?), eclosione el transporte y, por ende, la producción y el consumo se reactiven en la mayor parte del mundo, excepto China donde esperemos que la actividad se incremente en este tiempo.
¿Habrá dinero suficiente para todo ello? Este es el misterio no es fácil de desvelar por el momento a ojos de prácticamente todos los gurús de la economía. Pasa por la evidente razón de que nunca ha ocurrido algo así hasta ahora. Es muy posible que las medidas universales den un resultado si no positivo, sí aceptable, como dice la Bimco, informando que la sociedad Moody’s pasa de las perspectivas del negocio marítimo de ‘estables’ a ‘ligeramente negativas’ lo cual no es necesariamente malo, si no pasamos de aquí (descensos del Ebitda de los armadores de entre un 10% y un 30%).
En nuestro país, y excepción hecha de algunos agoreros que reman contracorriente, como siempre hay en toda comunidad humana, el Gobierno no lo está haciendo mal. Al menos las medidas que conocemos en el sector marítimo-portuario y en él transporte son correctas y tendentes a mantener abiertas las cadenas de transporte.
Y no olviden que, a bordo de los buques que hacen posible la realidad del transporte de mercancías, viajan seres humanos que ponen lo mejor de sí mismos al servicio de la comunidad universal.