Hablemos de la candidata a la alcaldía de Barcelona Ada Colau, abanderada de la opción –digamos- rupturista frente a los partidos tradicionales y frente al emergente Ciutadans. Colau lidera una amalgama de indignados y de grupos de izquierda y habla en sus mítines y declaraciones de los barrios pobres de la ciudad, de los bancos hipotequeros, de derechos y libertades en abstracto, es decir, lo de siempre. Pero cuela en sus declaraciones una referencia desdeñosa a “la marina de lujo” y a “las mafias rusas del puerto”.
Desconozco si alguna vez se ha referido explícitamente a Marina Port Vell (MPV), pero en todo caso a muchos barceloneses la referencia les parece obvia. Son referencias preocupantes. ¿Marina de lujo? ¿Dónde comienza el lujo marítimo-portuario para la señora Colau? ¿En 10 metros de eslora? ¿Tal vez en 12 metros de barco? Nadie ha sabido explicar por qué una instalación portuaria para barcos de recreo de gran eslora, un lujo sin duda al alcance de pocos particulares y de pocas empresas, ha de ser denostada mientras otras muestras del lujo al alcance de una estricta minoría son perfectamente olvidadas, cuando no jaleadas. Ello sin contar que la marina para barcos de gran eslora ya existía con anterioridad (desde 1992) y que el empleo y la actividad económica que genera resulta muy superior a la hipotéticamente generada por otras actividades de uso y consumo minoritario.
Más alarmante es, si cabe, la mención del mantra sobre “las mafias rusas”. Alguien con intereses contrapuestos a los actuales gestores de MPV tuvo en su día la ocurrencia de insinuar que la inversión para remodelar la marina procedía de “capital ruso”, una insinuación en principio neutra e inocente que nadie se preocupó de contrastar, pues que se sepa la sociedad mercantil que compró la concesión portuaria que poseía el grupo Fomento de Construcciones fue un holding británico, de nombre Salamanca Investment. Y que se sepa, el capital ruso, como el americano o el chino, es bienvenido en inversiones productivas o en turismo.
De ese eventual “capital ruso”, los interesados en ensuciar el proyecto (espero que alguna vez sepamos la razón), pasaron sin más a hablar de “mafia rusa”. Nunca han explicado y por tanto nadie sabe qué es la mafia rusa y qué intervención tiene en Marina Port Vell. Lo único que sabemos es que la cacareada intervención de la Oficina Antifrau de Catalunya, que aparentemente legitimaba la mera sospecha, era mentira (carece de competencias sobre una actividad privada).
Sin embargo, ha quedado flotando en el limbo de las apariencias que la remodelación de Marina Port Vell para recibir un mayor número de barcos de recreo de gran eslora, un proyecto de enorme provecho para la ciudad de Barcelona, está viciado por unas ignotas y terribles mafias rusas, hasta el punto de que la candidata Colau habla del asunto con un desparpajo alarmante y con una ignorancia que da miedo.
Ya sabemos que algunos partidos políticos son proclives a la demagogia y a la frivolidad. Pero esperábamos de la candidata Colau, que habla de regeneración política y de seriedad democrática, algo más de sentido común y algo menos de ligereza.
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