El tercer clasificado, fue Alex Thomson, que consiguió sobrepasar en el último tramo de la regata a Jean-Pierre Dick que navegaba con un barco dañado que había perdido la orza pero que de todas maneras, gracias a los tanques de lastre que llevan estos barcos, consiguió llegar al puerto de salida, obteniendo una meritoria cuarta posición.
La quinta, sexta y séptima posición fueron para los grandes regatistas ya convertidos en mitos de la navegación en solitario, Jean Le Cam, Mike Golding y Dominique Wavre respectivamente.
Regatistas que aunque ya tienen una cierta edad, y cuentan con proyectos con menos recursos económicos, demuestran que en el tema de la navegación, la experiencia es un grado muy relevante y valioso.
Finalmente, el octavo puesto fue para Arnaud Boissières con el barco AKENA, la novena posición fue para Bertrand de Broc, la décima posición ha sido para Tanguy De Lamotte, que cruzaba ayer la línea de llegada. Y para la onceaba y última posición, todos están esperando a Alessandro Di Benedetto que se espera que llegue el próximo viernes.
Hay que destacar que Alessandro había hecho anteriormente una vuelta al mundo con una embarcación MiniTransat, de 6,5 metros de eslora, que se había adaptado para tal propósito.
Esta edición de la Vendée Globe también nos deja una larga lista de abandonos. Sólo empezar la regata, Marc Guillemot se tuvo que retirar por perder la orza de su barco. Posteriormente, Kito de Pavant y Louis Burton, se tuvieron que retirar por haber chocado con pesqueros en la costa de Portugal. Mientras que otros como Samantha Davies perdía el palo, o Vincent Riou chocaba contra una boya portuaria que se encontraba a la deriva.
De todos los abandonos, el más sonado, fue el del español Javier Sansó, que cuando estaba sacando un rizo de la vela mayor, su barco perdió la orza y volcó inmediatamente. Javier Sansó cayó al mar y con mucha suerte pudo alcanzar la balsa salvavidas donde pasó unas horas hasta que fue rescatado por un helicóptero de salvamento de Portugal.
Ante estos sucesos nos damos cuenta de la peligrosidad de la regata y de cómo por el azar y la casualidad se puede terminar de forma prematura un proyecto que conlleva largos años de preparación y elevadas sumas de dinero.
Nos queda, sin embargo, la otra cara de la moneda, la de la navegación a altas velocidades, la de las planeadas, la de navegar por sitios donde el hombre es un ser extraño y enseguida se da cuenta que no tendría que estar allí… el inmenso placer de navegar.
Sin duda, una gran aventura que edición tras edición sigue llamando a los navegantes más tenaces a batirse ellos y sus barcos con la madre naturaleza.